RECORDANDO EL SECUESTRO DE JUAN MANUEL FANGIO A TRAVES DE LAS PAGINAS DE LA REVISTA BOHEMIA
Es harto conocido en la historia del automovilismo lo sucedido durante el segundo Gran Premio de Cuba de 1958. El secuestro del campeón mundial de Fórmula 1 Juan Manuel Fangio y un terrible accidente en que fallecieron 6 personas y decenas resultaron heridos de gravedad quedaron como recuerdo y casi despedida (solo se celebró uno más en 1960) de un evento que había sido concebido por el gobierno batistiano sin las condiciones necesarias. Su finalidad era atraer al turismo adinerado y demostrar a la opinión mundial que la situación en el país estaba controlada y tranquila. Como antecedente tenía el premio anterior que había sido un éxito.

Su organizador fue el general Roberto Fernández Miranda, cuñado de Batista y Director de Deportes en aquel momento, contando con un gran despliegue publicitario, la presencia de los mejores corredores del patio y del mundo e incluso tres carreras adicionales. Siguiendo la tradición se editó un detallado folleto con el programa del evento y todas las especificaciones necesarias.
Sin embargo lo que de verdad necesitaba una carrera de ese tipo, con autos que ya en aquellos tiempos desarrollaban velocidades considerables era una pista adecuada. El circuito como podremos ver en esta propaganda de la marca Buick utilizaba el hermoso malecón habanero con 5591 metros productos de la ida y vuelta desde el Parque Maceo hasta la calle G. Nada que ver con los tramos, curvas, peraltes y gradas para el público usuales de un evento de ese género. Todo ello dio lugar al accidente en cuestión.

En esta página veremos los detalles del secuestro de Juan Miguel Fangio por miembros del Movimiento 26 de Julio. Claro que no es este un tema al que se le pueda añadir nada nuevo pues como todos los sucesos tan espectaculares sobre él abundan referencias en la red. Sin embargo la reproducción de una extensa crónica publicada por la revista Bohemia a raíz del secuestro nos ha motivado a preparar este trabajo. Vale la pena hacerlo por su inmediatez y las buenas imágenes que contiene.
La sorpresiva acción dio comienzo el 23 de febrero de 1958 a las 10:30 de la noche cuando un comando del movimiento irrumpió en el hotel Lincoln, donde se hospedaban los corredores, situado en una esquina de las calles Galiano y Virtudes. A punta de pistola fue sacado Fangio hacia un auto que después se perdió en el tráfico de la ciudad. Era este un hotel ideal para una acción de ese tipo al estar localizado en una zona muy céntrica y concurrida de la ciudad.

En definitiva todo transcurrió sin contratiempos y Fangio fue entregado al embajador de su país en horas de la tarde del martes 25, horas después de terminada la carrera. Pero se vivieron momentos muy tensos, en que el mundo entero estuvo pendiente de la suerte del famoso corredor. El reportaje en cuestión apareció en el número de Marzo 2 de 1958 de la revista Bohemia, a menos de una semana del hecho. Sus titulares: “Un REPORTAJE en 2 TIEMPOS: El SENSACIONAL SECUESTRO DE JUAN MANUEL FANGIO / AL AIRE SALTABAN CUERPOS HUMANOS”

Para esta ocasión hemos escogido la parte dedicada al secuestro. En otra página abordaremos los detalles de la tragedia que también aparecen en dicho trabajo.
A continuación veremos su transcripción a la cual le hemos incluido las mismas imágenes que tiene el original:
Uno noche como todos las demás. — Los fanáticos del automovilismo. —La atracción principal: el as del volante Juan Manuel Fangio. — De improviso empezaron a oírse llamadas telefónicas. — “Habla el 26 de julio... Tenemos secuestrado a Fangio...’1. — 8:45 del domingo 23. — En el lobby del hotel Lincoln. — “Tiene que venir conmigo... soy del Movimiento 26 de Julio y nada le pasará”.-— Por la calle, un jeep se alejaba sin prisa. — Las autoridades se movilizaban tardíamente. Los seguidores del caudillo de la Sierra Maestra continuaban noticiando por teléfono: “Fangio se encuentra perfectamente... Lo devolveremos oportunamente’’. La opinión automovilística mundial… Fangio ha sido devuelto. — En la Embajada Argentina. — “Le advertí a Juan que no fuese a Cuba’’. — Declaraciones de JMF: “No experimento rencor... Me trataron como amigo... Oí música selecta... Me siento perfectamente... Mi oficio es ese, correr...”
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"Aquella parecía una noche como todas las demás. Los habaneros se sentían aliviados porque el frío, recientemente intenso como pocos, empezaba a ceder, y porque no se reportaban, desde hacía algunas horas, actos de sabotaje alarmantes, por lo menos en la capital.
Un hecho importante absorbía la preocupación de las autoridades y de innumerables fanáticos del automovilismo: la carrera por el II Gran Premio de Cuba, en que la atracción principal la constituía el celebérrimo as del volante Juan Manuel Fango
De improviso empezaron a oírse llamadas telefónicas en las agencias cablegráficas y en la redacción de “El Crisol’’
—Habla el 26 de Julio... Tenemos secuestrado a Fangio... No se alarmen, no hay peligro para su persona Seguiremos informando… De modo imprevisto, los sensacionales acontecimientos de la política cubana se cruzaban con el azar de una competencia rodada. La expectación de millares de personas, prendida a la carrera que debía realizarse ese día, se desviaba emotivamente hacia la incierta suerte del corredor argentino sustraído espectacularmente, horas antes de un evento internacional de su profesión
Superadas las dudas iniciales - muchos creyeron que el anuncio era broma -, se hizo evidente que la carrera de La Habana tendría lugar con ausencia forzosa de Juan Manuel Fangio, lo que asestaba un serio golpe al espectáculo oficial. Entretanto, en ondas concéntricas, la ciudad, la Isla y el mundo pusieron la noticia en el centro de su atención
Según la versión más aceptada, el plagio se efectuó con perfecta eficacia y economía de medies. Personas que lo presenciaron dieron a la prensa una descripción de los hechos.

El domingo, por la noche, a las 8:45, Juan Manuel Fangio se hallaba conversando en el lobby del hotel Lincoln con el sobrino del administrador y sus compañeros corredores Alejandro D'Tomasso, Roberto Mieres, Stirling Moss, Gregory, Shelby y otras personas. El lugar se hallaba muy concurrido a dicha hora. De ahí que nadie pusiera interés en los jóvenes - ¿dos, tres? no se sabía con precisión - que llegaron de fuera y se distribuyeron metódicamente para cumplir su secreta tarea.
El principal de ellos, alto, do fuerte complexión, no lejos de los veinte años, correctamente vestido, se acercó al grupo en que se hallaba el campeón.
- ¿Es usted Fangio? - interrogó
La respuesta afirmativa fue seguida de un movimiento inesperado, que trastornó toda la escena El desconocido extrajo una pistola calibre 45, apuntó serenamente, como si se tratara de un juguete, y conminó:
Tiene que venir conmigo.... Soy del Movimiento 26 de Julio y nada le pasará....
Un círculo de rostros estupefactos rodeaba el imprevisto diálogo. El argentino, sin perder su flema habitual, miró a los ojos de su interlocutor y contestó:
No tengo que ir con usted a ninguna parte. ¿Qué quiere?
Pero el arma era más elocuente que las palabras:
No complique el asunto... Vamos caminando, que nada le pasará.
D'Tomasso, instintivamente, hizo ademán de empuñar una caja que había en la carpeta cercana. El asaltante captó el gesto y apuntó en dirección a él:
Cuidado... Haré fuego si se vuelve a mover....
D’Tomasso se inmovilizó prudentemente.
—Estoy convencido de que ese hombre estaba decidido a todo, relataba más tarde el amigo de Fangio. Cuando Moss se movió un poco, nos reiteró con tono amenazador: “¡Otro movimiento y los mato!”
Por su parte, el volante inglés Moss declaró que todos quedaron paralizados y perplejos ante la audacia del secuestrador:
—Todo ocurrió muy rápidamente y nada pudimos hacer. No menos de tres pistolas nos apuntaron durante los dos o tres minutos que duró el asalto.
Y el apoderado de JMF, Marcelo Giambertone:
—Poco antes, mientras se aseaba en la habitación número 810 que le asignaron en el hotel, Fangio comentó conmigo la perspectiva de la carrera. “Creo que vamos a dar una bonita demostración. Estoy seguro que ganaré”, me dijo. Luego bajamos a comer y nos separamos en el vestíbulo. Juan Manuel fue interceptado por algunos compañeros y se quedó conversando con ellos sobre el evento.
Con cierto nervosismo, agregó:
—Al cabo de un rato, entró el hombre de la chaqueta de cuero. Y creo que el menos nervioso de todos era Juan Manuel. Él siempre ha dado muestras de tener nervios de acero. Hasta sonrió cuando lo encañonaron con la pistola y respondió con firmeza a su secuestrador.
La escena continuó: encañonado por la espalda, con suavidad y presteza, Fangio salió del hotel con el militante del M-26 7. Los espectadores los vieron alejarse por la calle Virtudes. Detrás quedaron, cubriendo la retirada, ojo avizor y el puño en la pistola, otros cómplices. Muchos no pudieron darse cuenta, en los primeros instantes, de lo sucedido.
Apenas desaparecieron Fangio y sus aprehensores —luego de un cauteloso medio minuto— los compañeros del primero salieron, gritando:
— ¡Han secuestrado al campeón!
Por la calle, un jeep se alejaba sin prisa. Todo estaba tranquilo.
Acababa de cumplirse, en el espacio de breves minutos, uno de los más impresionantes secuestros del siglo.

Mientras las autoridades se movilizaban tardíamente, dando palos de ciego, y el desconcierto se extendía por los círculos deportivos y la representación diplomática de la republica rioplatense, los seguidores del caudillo de la Sierra Maestra continuaban noticiando por teléfono a las emisoras y redacciones de los periódicos, según avanzaba el lunes 24, la situación de Fangio.
-Habla el 26 de Julio… Fangio se encuentra perfectamente... Lo devolveremos oportunamente...
Transcurrían las horas, en plena incertidumbre, y la notificación cambiaba:
—Lo pondremos en libertad a las….
Un bromista comunicó a los cuerpos policiales que JMF se encontraba en la Calzada de Luyanó y Guanabacoa y hacia allá partieron carros perseguidores, motocicletas, automóviles del SIM, todo un enjambre de agentes del orden. El campeón, desde luego, no se hallaba en el sitio indicado.
La carrera por el II Gran Premió de Cuba, considerablemente disminuida en importancia por el vacío que dejaba su principal protagonista, fue desarrollándose; pero la mitad de la atención de todos estaba centrada en la incógnita del plagio. Las especulaciones se multiplicaban sobre las distintas posibilidades en torno a la suerte de Fangio. ¿Sería dejado pronto en libertad? ¿Correría peligro?

Para muchos resultó indudable que, aparte del interés de frustrar la competencia como suceso patrocinado por las autoridades marcistas, existía un primordial propósito de propaganda. Y no cabía negar que, después de sus actividades en la cordillera orienta, el golpe más sonado del Movimiento 26 de Julio había sido el secuestro del famoso volante.
Los personeros del gobierno de Batista, que a la sazón se hallaban enfrascados en la tarea de desmentir una vez más al “New York Times”, tuvieron que encarar una situación infrecuente y desconcertante. Era un nuevo ataque a su eficacia como guardadores del orden nacional.
Acaso por ello se anunció que el propio general-presidente y el jefe del Estado Mayor Conjunto asumían la dirección de las investigaciones. En efecto, en escasas horas, más de mil miembros de los diversos institutos de seguridad se hallaban actuando, visitaban residencias de supuestos sospechosos, seguían la pista de elementos insurreccionales, confrontaban fichas e interrogaban a naturales y extranjeros.
Las salidas de la capital y los aeropuertos fueron tomados. Una legión de ciudadanos cayó bajo “retención” y se vio envuelta en indagaciones de todo tipo. A los testigos del secuestro les fueron mostradas fotografías del copioso archivo policial en materia de detenidos políticos. Pero todas las diligencias desembocaban en un callejón sin salida.
Una nube de agentes del S1M, bajo órdenes directas del teniente coronel Irenaldo García Báez, se desplegó por la ciudad y sus alrededores. Carros patrulleros de dicho departamento militar cubrían puntos estratégicos de la urbe. Los registros se ampliaron hasta fincas cercanas a La Habana. Pero Fangio parecía volatilizado.
No era motivo de asombro que las autoridades isleñas vertieran ácido sobre lo sucedido. El general Roberto Fernández Miranda, director de Deportes, declaró:
—Nunca nos imaginamos que el deporte y la sincera emoción de nuestro pueblo por las carreras de automóviles sirvieran a manos criminales para intentar una publicidad negativa a su costa, abusando de la bien conocida hospitalidad del pueblo cubano.. .
La opinión automovilística mundial se conmovió intensamente. En Suecia, Alemania, Francia. Suiza. España, Italia e Inglaterra - y nada se diga en la Argentina - el acontecimiento cobró perfiles de preferencia, desplazando de los titulares de la prensa a la noticia política local e internacional. Todos coincidieron en la interpretación política, revelando estar al tanto de la difícil crisis cubana: - Supongo que no le harán daño a Fangio, comentó Sten Hagardt. Director del Real Automobile Sueco. Supongo que los secuestradores fueron movidos por causas políticas.

-Es una mera demostración contra el gobierno cubano, afirmó en Bonn Alfred Neubauer, íntimo amigo del campeón desaparecido y primer promotor de carreras en Alemania.
“France-Soir” publicaba fotografías paralelas, a seis columnas, de Fangio y Fidel Castro, añadiendo el siguiente título:
—Volante Fangio secuestrado por rebeldes enmascarados.
En Londres, los vespertinos del lunes relegaron a segundo lugar las noticias sobre la enfermedad del ex primer ministro Winston Churchill.
La prensa internacional divulgaba anécdotas de consumado interés. Según la Prensa Unida, cierta dama norteamericana, aficionada a las carreras, comentó:
—Es terrible. Creo que Fidel Castro ha perdido muchos amigos Es como si los comunistas de mi país secuestraran a Mike Mantle en vísperas de la Serie Mundial
En cambio, un acompañante de ella discrepó:
—Estupendo. Castro no podía haber hecho algo mejor para dramatizar su oposición al gobierno de Batista y ganar publicidad. Lo que ha hecho es fantástico.
A través de las radioemisoras y estaciones de televisión se lanzaron emotivos llamamientos a los secuestradores. En un programa de CMQ-TV, el animador. Cepero Brito, tuvo que interrumpirlo para dar paso a la sentida apelación de Gianbertone, apoderado del campeón. Decía:
—Me dirijo al Jefe del Movimiento 26 de Julio para pedirle, en nombre del deporte y de todos los amigos de Juan Manuel Fangio, que nos dé noticias de nuestro querido campeón y precisar claramente dónde y cómo podemos ponernos en contacto con ustedes. Pensamos que los motivos que los han llevado al secuestro están relacionados con el II Gran Premio de Cuba, y habiendo terminado las carreras, creo que esos motivos ya no existen.
Continuaba
—A las ocho de esta mañana, a las dos de la tarde y a las siete de esta noche, la esposa de Juan Manuel Fangio, llorando al teléfono, me ha pedido que le avisara a Buenos Aires alguna nueva sobre Juan Manuel... Yo invito, y digo una vez más, con gran sentimiento, al Jefe del Movimiento 26 de Julio, que en su nombre se presentó el raptor de Fangio, que dé la noticia a la madre y al padre de éste, que tienen más de ochenta años, y a su esposa y su hijo.
La apelación concluía:
—En nombre del sentimiento humano, que no está limitado por ninguna frontera, estoy seguro que el Jefe del Movimiento 26 de Julio responderá a ese sentido llamamiento.
La súplica se repetía de tiempo en tiempo. A estas alturas - era la noche del lunes -, la preocupación de los amigos y compañeros del campeón subía de punto. Sabían que en la Argentina, los familiares del volante se consumían en la espera. El cable trasmitía la angustia de su esposa, Andrea Berrua de Fangio, residente en Buenos Aires, y de sus padres. Loreto y Herminio Fangio, vecinos de Balcarce, cerca de la capital.
Oscar (“Cacho”) Fangio, hijo del campeón, mostraba la confianza de la juventud:
—Creo que los rebeldes cubanos dejarán pronto libre a mi padre.
Los periodistas, con parejo celo que los agentes policiacos se lanzaron a la búsqueda de una pista. Los canales clandestinos de información empezaron a funcionar. En las redacciones sonaban las llama das telefónicas aportando datos. El propio martes por la mañana circulaban hojas mimeografiadas con informes sobre el secuestro.
Uniendo cabos sueltos, zurciendo una y otra versión, la Sección EN CUBA se dio a la tarea de reconstruir el espectacular suceso, procurando penetrar en su trasfondo. Informantes anónimos dejaron su huella en esta versión de lo que acaeció a partir del momento en que Juan Manuel Fangio desapareció en la oscuridad de la calle Virtudes.
Era un vehículo más en el intenso tráfago habanero. Empero, ninguno de los transeúntes que cedió el paso a aquel jeep color oscuro podía suponer que habían captado un detalle fugaz del sensacional secuestro. En el asiento posterior, flanqueado por dos de sus plagiarios, Fangio esperaba el curso de los acaecimientos.
La pistola que se apoyaba en su costado disminuyó la presión. Una voz, hasta entonces imperativa y seca, se hizo amable:
—Lo sentimos mucho... Ya le explicaremos.
En dirección contraria avanzaba una perseguidora. Sus tripulantes se cruzaron con el jeep sin prestarle atención. Era demasiado pronto aún para que se hubiera dado la alarma.
—Mire, Fangio, es posible que se produzca un encuentro con la Policía. Si empiezan los tiros, échese en el piso enseguida. ..
Para el campeón mundial de automovilismo, las usuales balaceras del escenario criollo no representaban una novedad. Un año atrás, invitado de honor de la Dirección de Deportes, asistió al epílogo violento de la pelea entre “Puppy” Garcia y Ciro Moracén Tal vez evocó aquella experiencia. Más, no hubo tropiezos.
El carro amenguó la marcha y luego se detuvo. Era, dicho en términos de nomenclatura bélica, "algún lugar de La Habana”. El jefe del grupo tocó a una puerta, que se abrió prestamente, como si alguien hubiera estado pendiente de la llamada. El argentino, a una invitación, fue el primero en penetrar.
Era la sala típica de una residencia de familia de la clase media. . .
Un televisor, un sofá, anchos butacones, varios objetos decorativos... Una mujer les recibía con expresión risueña. A su lado, dos niños contemplaban con ojos de admiración al héroe de las pistas. Nada sugería una situación anormal..
—Juan Manuel Fangio… Mi esposa y mis hijos…
Hubo un cambio de saludos. En el "Chueco”, hecho a la aventura y al peligro, la curiosidad primaba sobre cualquier otro sentimiento. Llevaba pocos días en la Isla, pero eran suficientes para comprender que su persona cobraba un valor excepcional como pieza de propaganda política en el acaecer cubano.
Como a un huésped distinguido le mostraron su habitación. De vuelta a la sala, la presencia de los otros dos fidelistas, con pavorosas ametralladoras reposando sobre las piernas, ponía una nota de violencia innecesaria. El propietario de la casa impartió una orden.
—Vayan para su cuarto. Aquí no hacen falta...
Se retiraron inmediatamente. Fangio no volvió a verlos. Seguidamente se animó la charla, como si se tratara de viejos conocidos El líder insurgente hablaba del 26 de Julio, de la lucha en la Sierra Maestra. JMF escuchaba y a veces formulaba una pregunta. Su vida y su horizonte eran los autos y la velocidad. No comprendía los complejidades de la política.
Había otros a quienes tampoco importaban las cuestiones públicas Los muchachos se insertaban en la charla. Querían que Fangio les hablara de su poderoso Masseratti, de sus gloriosas jornadas en las grandes pistas del mundo. El argentino se mostró gentil. Firmó autógrafos.
A las doce de la noche del domingo 23 hubo una llamada tele fónica a BOHEMIA. El 26 de Julio quería reportar la situación de Fangio hasta ese momento. El popular driver había estado mirando las pantallas de la televisión. A las once expresó sus deseos de retirarse a descansar.
..Desea comer algo antes? —le preguntaron.
YJMF aceptando:
—Hoy no había comido. Siempre la víspera de una carrera me limito a tomar jugos. . . Pero como ya no voy a correr mañana...
Le sirvieron jamón y queso. Declinó el ofrecimiento de un sedante, asegurando que se sentía perfectamente bien. Según el boletín telefónico del M 26 7, el campeón dormía apaciblemente, como si se encontrara en su habitación del Lincoln.
El lunes anterior, Fangio despertó temprano y desayunó con apetito. En tanto que las investigaciones y los registros se extendían por la capital y sus barrios, el secuestrado, junto a la radio, escuchaba los noticiarios que daban cuenta del suceso. La ocasión le sirvió para documentarse sobre la realidad cubana. Asistió a una sucesión dramática de noticias.
Los reporteros, siguiendo el rastro del as internacional, intercambiaron sus datos y referencias. Se comentó que el embajador de la Argentina había recibido una llamada tranquilizadora. Según se decía, el responsable del 26 de Julio en La Habana había ofrecido sus explicaciones personales a Fangio. Las versiones identificaban al dirigente rebelde como el médico Faustino Pérez.
—No se trata de nada personal contra usted, le expresó. Es que nosotros considerábamos indispensable para nuestra causa hacer fracasar las carreras y sabíamos que sin su presencia éstas no tendrán lucimiento. . .Usted es la atracción principal.
Fangio declinó seguir las peripecias de la competencia a través de la radio. Su espíritu intrépido no se avenía a permanecer inmovilizado en un butacón, escuchando el rugir de los motores. Pidió oír música y se instaló junto al tocadiscos. Mostró preferencia por la cantante italiana Katyna Ranieri y por los clásicos.
Para nadie era secreto que una vez finalizada la carrera era cuestión de tiempo la libertad del argentino. La demora inquietó a los amigos y compañeros del campeón, pero no a los cubanos, familiarizados con los golpes de espectacular propaganda que dominaban los rebeldes. Estaban seguros de que Fangio reaparecería sano y salvo.
Al parecer se consideraron tres fórmulas para la liberación: una, conducirlo directamente al hotel Lincoln; otra, avisar a los periodistas, y la tercera, ponerse en contacto con el embajador de la Argentina. El propio Fangio solicitó que se empleara la vía diplomática.
El martes 25, a la 1:40 de la madrugada, la radio divulgó por toda la República la ansiada noticia:
— ¡Fangio ha sido devuelto!

El reporte añadía que el as del volante estaba sano y salvo. Un sentimiento de alivio se extendió desde aquel momento basta las primeras horas de la mañana. Luego, llegó el momento de satisfacer la enorme curiosidad de todos, que la incertidumbre había frenado hasta entonces.
Pasadas las diez de la noche del lunes 24, llamadas misteriosas avisaron a los periódicos que la pista del regreso de Fangio pasaba por la embajada argentina. Muchos reporteros se movilizaron. Gentilmente infranqueable, la señora Fanny Senesí de Lynch, esposa del embajador, se declaró sorprendida.
Su esposo no estaba en la residencia de la calle 82 número 510, en Miramar, sede diplomática. Tampoco se arriesgaba a afirmar que estuviera en compañía del driver.
Una visita simultánea del jefe del Buró de Investigaciones, coronel Orlando Piedra, y un diálogo reservado con la dama argentina quedaron envueltos en el incógnito.
Los periodistas montaron guardia, olfateando inminentes sucesos.
Su previsión no se desmintió.
A la 1:40 de la madrugada, el automóvil chapa 3115, manejado por el propio ministro de la Argentina. Raúl A. Lynch, llegó a la residencia. Junto al conductor se divisaba la figura sonriente de José Manuel Fangio, el hombre más esperado de Cuba durante las últimas veinticuatro horas.
El campeón mundial vestía traje beige, camisa blanca a rayas carmelitas y corbata gris. Se le veía reposado y limpio, como si viniera de una fiesta.

Asediado por docenas de reporteros, contestó impasiblemente a todas las preguntas:
—Me han tratado, de modo excelente. . . Sí, me sacaron del hotel Lincoln, a punta de pistola. Yo, como tenía limpia la conciencia y no abrigaba temor alguno, acompañé a esos jóvenes sin poner obstáculo. Después de entrar en el automóvil donde me llevaron, me quitaron el cañón del arma del costado y me dijeron que no corría peligro de ninguna clase.

Insistió:
—Durante todo el tiempo me trataron como amigo. En verdad, tuve las mismas comodidades que si hubiera estado entre amigos.. . Me siento perfectamente.
Explicando cómo fue puesto en libertad:
-Esta noche, ya terminadas las carreras y sin otra razón para retenerme, mis captores me pusieron en comunicación telefónica con el señor embajador. Discutieron por algún tiempo, y al fin acordaron llevarme a una casa del Vedado, donde me dejaron. .. No, no conozco la barriada ni oí nombrar la dirección. Yo conozco mal La Habana, y aunque no me vendaron, no sé en que lugares me tuvieron.
Los periodistas apelaron a la digresión: -Sintió usted tanta emoción en esta aventura como en una de sus carreras?
—Sí, señor. Tanta como en el instante en que tomo una curva cerrada a velocidad. Es una aventura más, expresó con su sonrisa característica.
Volvieron a escrutar los rumbos del secuestro, pero Fangio no salió del marco trazado previamente:
—Me mudaron varias veces de automóvil y estuve en tres casas distintas. Por cierto que me hicieron oír música selecta con un tocadiscos.
Repentinamente, sorprendió a los periodistas con una declaración precisa:
—No experimento rencor alguno contra mis plagiadores; y si lo hecho por los rebeldes fue por una buena causa, entonces, como argentino, yo la acepto como tal.
La alusión a la patria inspiró a los cazadores de noticias una nueva cuestión:
—Por casualidad, ¿no le hablaron del Che Guevara? Es un compatriota suyo que comanda tropas en la Sierra Maestra.
—No, se limitaron a explicarme lo que es el 26 de julio, aunque yo, como ajeno a la política, no les en tendí mucho..
Añadió:
—Por cierto que lo primero en venirme al pensamiento fue que me conducían a la Sierra Maestra. Yo estoy al tanto de la situación cubana por la prensa. .. Los jóvenes que intervinieron en mi secuestro me dijeron que habían proyectado realizarlo desde el año pasado, pero entonces no se les presentó la ocasión.
Dijo que pensaba quedarse unos días más en la capital cubana, “pero residiendo en la embajada, por una cortesía del señor embajador”.
Todo este diálogo tenía lugar en forma apacible, sin que el menor disgusto asomara al tono de voz y al semblante del más inalterable de los campeones del volante. Parecía que el difícil trance que experimentara durante veinticinco horas no hubiera dejado huella en su ánimo.
Cuando los reporteros quisieron saber si estaba dispuesto a volver a la Isla, repuso tranquilamente:
— ¡Cómo no! Si el año que viene me invitan a correr, vendré, Mi oficio es ese, correr. . .

En cambio, la esposa de Fangio, a miles de kilómetros de distancia, vivía aún los tormentos de la incertidumbre. El cable transmitía desde Buenos Aires una entrevista en que comentaba acremente la situación de su cónyuge:
—Le advertí a Juan que no fuese a Cuba. Allí no hay seguridad, dada la presente situación política.. . Hablé por teléfono de larga distancia con el jefe de la policía de La Habana y me dijo que “no sabía nada del paradero de Juan”.
Con acento colérico:
—Me irrité, y le dije que lo consideraba directamente responsable de la seguridad de mi marido. Si mañana no hay nuevas, iré al ministerio de Relaciones Exteriores a solicitar protección oficial. No creeré a Juan sano y salvo hasta que pueda hablar con él y oír su voz.
Formuló temores sobre “la suma que pedirían por el rescate”. Al parecer, era la única en pensar de ese modo, pues ni las mismas autoridades cubanas admitieron públicamente dicha posibilidad.
El espectacular plagio del as del volante mundial quedaba como lo que había sido: un hecho de consumada audacia y de perfección técnica innegable, realizado con fines netamente políticos y que había tenido máxima propaganda posible. Todo cuanto se propusieron sus autores".
***
Así termina el reportaje en cuestión.
En la galería adjunta hemos incluido las mismas imágenes que aparecen intercaladas en la transcripción pero en mayores dimensiones para que puedan ser contempladas a toda pantalla. Se muestran después algunas imágenes relacionadas con el evento. Por ultimo hemos incluido las páginas originales por si usted prefiere leer el reportaje directamente. De todo ello se desprende la siguiente relación de imágenes:
No.---Titulo
A-01---“Lo de FANGIO fue un PASEO” – Portada del semanario humorístico Zig-Zag usada en la presentación
D-01---¡PAGIADO! - Detalle de una imagen del reportaje
D-02---EL LUGAR DEL SECUESTRO - Detalle de una imagen del reportaje
D-03---TESTIGOS - Detalle de una imagen del reportaje
D-04---ELAUTO VACIO - Detalle de una imagen del reportaje
D-05---EL APODERADO - Detalle de una imagen del reportaje
D-06---“YA ESTA EN LIBERTAD” - Detalle de una imagen del reportaje
D-07---“VOY A DESCANSAR” - Detalle de una imagen del reportaje
D-08---“ME TRATARON MUY BIEN” - Detalle de una imagen del reportaje
D-09---HABLA FANGIO - Detalle de una imagen del reportaje
D-10---UNA BROMA CRIOLLA - Detalle de una imagen del reportaje
F-01---Portada del Programa del II Gran Premio de Cuba
F-02---Página del Programa del II Gran Premio de Cuba (Organizadores)
F-03---Página del Programa del II Gran Premio de Cuba (Reglamentos)
F-04---Página del Programa del II Gran Premio de Cuba (Señales con Banderas)
F-05---Página del Programa del II Gran Premio de Cuba (Circuito)
F-06---Foto: Fangio conversando con otro corredor antes de la carrera
H-01---Tarjeta Postal: Hotel Lincoln, Havana (Cuba)
H-02---Tarjeta Postal: Hotel Lincoln
H-03---Tarjeta Postal: Hotel Lincoln
H-04---Foto: Hotel Lincoln, Habana
R-01---Página de la revista dedicada al reportaje (Número 70)
R-02---Página de la revista dedicada al reportaje (Número 71)
R-03---Página de la revista dedicada al reportaje (Número 72)
R-04---Página de la revista dedicada al reportaje (Número 73)
R-05---Página de la revista dedicada al reportaje (Número 76)
R-06---Página de la revista dedicada al reportaje (Número 94)
R-07---Página de la revista dedicada al reportaje (Número 95)