VIEJAS POSTALES DE LA CALLE OBISPO

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Galería Imagenes

Veremos en esta muestra un grupo de tarjetas postales donde aparece la calle Obispo allá por las primeras décadas del siglo pasado. Esta arteria habanera, aunque de poca extensión, al unir la zona del puerto con el centro de la ciudad mediante doce cuadras que van desde la Plaza de Armas hasta las inmediaciones del Parque Central, fue convirtiéndose, a medida que crecía la ciudad, en domicilio de gran cantidad de negocios y tiendas que le valieron ser considerada zona comercial por excelencia de la capital cubana.

Esto propició que a inicios del siglo pasado con el advenimiento de la república y el auge de las tarjetas postales se emitieran muchas adornadas con pintorescas vistas que recreaban el ambiente, los transeúntes, los anuncios comerciales y las fachadas de las tiendas de esta populosa calle. En la galería adjunta le mostraremos diez de ellas, que constituyen parte de la colección que aparece en la página titulada “Calles Habaneras”  de la sección “Tarjetas Postales Cubanas”.

Como un poco de historia siempre ayuda a la hora de disfrutar de una imagen nada mejor que lo que nos contaba sobre esta calle el historiador de la cuidad Emilio Roig de Leuchsenring allá por los años cuarenta en este folleto editado por la convención de rotarios y Leones,

Entre sus páginas aparece la siguiente reseña:

Para facilitar su lectura incluimos a continuación la transcripción correspondiente:

Por haber desaparecido los Libros de Cabildos anteriores a 1550, a conse­cuencia del asalto e incendio de La Habana, en 1555, por el pirata francés Jacques de Sores, y no existir, hasta hoy, documento alguno referente a la fundación de la villa, es imposible fijar de manera precisa el sitio en que ésta fue fundada por orden de Diego Velázquez, ni la fecha exacta de dicha fundación.

Sólo se sabe que el primer asiento de La Habana lo fué en la costa Sur de la provincia o región india de ese nombre y que posteriormente se la tras­ladó a la costa Norte, pero a un lugar distinto al de su última instalación en el puerto de Carenas, donde se encuentra la hoy capital de la República de Cuba.

Sobre la fecha de fundación en la costa Sur, algunos historiadores han dado la del año de 1515, pero no existen pruebas concluyentes que lo confirmen; y en cuanto al traslado a la costa Norte e instalación permanente en el lugar que- hoy ocupa, únicamente se conoce que ya en 1521 se había efectuado dicho traslado.

En las dos primeras décadas era La Habana sólo un núcleo de bohíos a la orilla de la bahía, desde el lugar donde estuvo, al comienzo de la calle de Tacón, hoy Avenida Roosevelt, el edificio de la Secretaría de Estado, hasta donde se encuentra la Lonja de Comercio. El centro de la villa era la Plaza de Armas, residencia de los principales vecinos, poseedores más que propie­tarios, de estancias de cultivo para el abastecimiento de los navíos de tránsito.

Hasta 1538 no se decidió la Corona a fortificar La Habana, encomienda que se le confió al Adelantado don Hernando de Soto, gobernador de la Isla y conquistador de La Florida.

El doctor Gonzalo Pérez de Angulo, que desde 1550 desempeñaba el go­bierno de la colonia, eligió la villa de La Habana para su residencia, y años después, en 1556, durante el mando del capitán Diego de Mazariegos, dispuso la Corona que fuese La Habana la residencia oficial de los Gobernadores de la Isla “por ser el lugar de reunión de las naves de todas las Indias y la llave de ellas”, quedando desde entonces, por ello y por las condiciones topográficas especiales del lugar y principalmente de su puerto, convertida definitivamente La Habana en capital de la Isla.

De la Plaza de Armas fué extendiéndose la población y de ella partieron sus primitivas calles. Entre las más antiguas de éstas se cuenta la del Obispo, que se compone hoy de doce cuadras y comienza en la calle de San Pedro, ter­minando en la de Monserrate, que se denomina desde 1918 Avenida de Bélgica.

Muchos de los nombres de las primitivas calles habaneras no fueron puestos por gobernante alguno, sino por el propio pueblo, debido a circunstancias o acontecimientos de la localidad. Esos nombres antiguos datan de muchos años, de varias generaciones; de abuelos a padres y de padres a hijos han venido conociéndose las calles de La Habana por sus nombres antiguos y tradicionales. De la calle del Obispo se dice que se llamó calle de San Juan, porque conducía a la iglesia de San Juan de Letrán; del Consulado, porque al comienzo de la misma se instaló en 1794 el Real Consulado; y del Obispo, porque en ella vi vieron, en épocas diversas, los obispos Fray Jerónimo de Lara y Pedro Agustín Morell de Santa Cruz.

En 1897 se le dió el nombre de Weyler, que en esa fecha gobernaba despó­ticamente la Isla; pero al ocurrir en 1898 la evacuación española, como conse­cuencia del triunfo del ejército y escuadra de los Estados Unidos, en la guerra hispanoamericana, el pueblo de La Habana arrancó y destruyó las tarjetas que ostentaban el nombre de Weyler en esta calle. En 1905 recibió el nombre de Pi y Margall, en homenaje al defensor entusiasta y constante, en España, du­rante nuestras luchas emancipadoras, de los derechos y libertades de Cuba.

Y en 1936, al realizarse la restitución de los nombres antiguos, primitivos y tradicionales de la ciudad, volvió a ostentar la calle su vieja denominación de Obispo.

Siempre fué la calle del Obispo una de las más importantes de la ciudad, en la parte de ésta que se conocía con el nombre de “La Habana Antigua” o “La Habana de Intramuros”, por hallarse rodeada por el cinturón de piedra que formaban las murallas, que para la defensa de la ciudad comenzaron a construirse en 1674 y se terminaron las obras hacia 1797, iniciándose su demo­lición el 8 de agosto de 1863.

Debió su importancia la calle del Obispo a las circunstancias de formar parte, una de sus cuadras, de la Plaza de Armas, y levantarse entre ellas y las de O’Reilly y Mercaderes, la primera iglesia parroquial mayor, y al ser de­rruida ésta, la Casa de Gobierno o Palacio de los Capitanes Generales y resi­dencia del Cabildo, hoy Palacio Municipal. En la Plaza de Armas y en sus edificios circundantes, puede decirse que se ha desarrollado la historia, no sólo de La Habana, sino también de toda la Isla, tanto en la colonia como en la República.

Además, la calle del Obispo fué adquiriendo significación excepcional, con el transcurso de los años, por encontrarse en ella instalados muy numerosos y ricos establecimientos comerciales, constituyendo sitio preferente de visita, ayer como hoy, de las damas y los caballeros residentes en esta capital y de los visitantes, nacionales y extranjeros de la misma, que a esos establecimientos han acudido en todo tiempo, como a un inmenso bazar, en busca de todos los productos de la industria manufacturera.

Así lo han reconocido cuantos cronistas extranjeros fueron huéspedes de nuestra capital. Sólo citaremos uno de ellos: el norteamericano Samuel Hazard, que en su famosa obra Cuba a pluma y lápiz, publicada en Nueva York en 1871, al referirse a la calle del Obispo, dice: “Llegamos a la calle del Obispo. Ved el cuadro de vida y movimiento que se ofrece. Esta es una de las calles más animadas de la ciudad, donde se hallan los establecimientos más atrayentes, en toda su extensión, hasta fuera de las murallas de la ciudad, de la que se sale por la Puerta de Monserrate; el otro extremo de la calle está en el muelle de Caballería, en la bahía. Jamás se cansa uno de recorrer esta calle”.

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Hasta aquí lo que nos refiere Roig de Leuchsenring. Para complementarlo veamos la ilustración que aparece en el libro “Cuba a pluma y lápiz” de Samuel Hazard que cita al final:

De gran interés cuando de esta calle se trate resulta el siguiente listado, que también aparece en las páginas del folleto en cuestión. Titulado “Directorio Comercial de la Calle Obispo”, lo incluimos a continuación:

Esperando que esta página haya resultado de su agrado lo invitamos a visitar su galería adjunta.