"LOS DEPARTAMENTOS DE LA FÁBRICA DE TABACOS PARTAGÁS A INICIOS DEL SIGLO PASADO"

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Partagás es el apellido que identifica a una de las fábricas más antiguas y prestigiosas del ramo a nivel mundial. En activo actualmente y visitada por cientos de turistas a diario que la recorren interesados en el proceso de producción del famoso “habano”, se podría decir que es esta la fabrica insignia de la exclusiva industria tabacalera cubana.

La circunstancia de poseer en nuestra colección de tarjetas postales sobre la temática tabacalera una rara serie (emitida por la “American Photo. Co.” en la segunda década del siglo pasado) dedicada a recrear las diferentes instalaciones de la fabrica por aquel entonces, nos ha motivado a preparar esta pequeña muestra donde además de las imágenes de doce de dichas postales le ofrecemos una corta reseña sobre la historia de esta conocida instalación.
 

Historia de la fábrica

Aunque una reseña parecida existe en otra página de esta sección dedicada fundamentalmente a la historia de esta fábrica repetimos a continuación algunos de sus aspectos más importantes.

Debe esta conocida marca su existencia al catalán Jaime Partagás y Rabell, emprendedor comerciante que desde que arribó a Cuba allá por 1840, se dedicó por entero al giro del tabaco, y asociado con un coterráneo suyo, Juan Conill, estableció el primer almacén de tabaco en rama que tuvo la ciudad de La Habana, en la esquina de Cristo y Teniente Rey.

Posteriormente, en el año 1845, abrió su propia fábrica en un local de la calle Cristina, de donde fue trasladada, alrededor de 1860, al edificio actual de la calle Industria esquina a Barcelona, que con diversas remodelaciones se mantiene funcionando actualmente.  Desde esos inicios se estableció la marca “Flor de Tabacos de Partagás y Compañía”, que gracias al genio emprendedor y a los conocimientos de su fundador adquirió rápidamente una gran fama e hizo entrar al establecimiento en el tortuoso camino de la prosperidad.

Al propio tiempo, compró Partagás una gran hacienda de sesenta caballerías en el municipio pinareño de Consolación del Sur, la que dedicó al cultivo del tabaco, logrando en ella magníficas cosechas que surtían los almacenes de la fábrica, lo cual le reportaba jugosas ganancias al no  tener que adquirir el tabaco en rama de otros productores.

Al morir el fundador en 1868, sus descendientes vendieron la fábrica y la hacienda pinareña al asturiano Juan Antonio Bances, quien continuó elevando la calidad de la fábrica con la marca “La Flor de J. A. Bances”. En los finales del siglo Bances se asoció con Ramón Cifuentes Llano, asturiano también, y más tarde se retiró de los negocios, quedando Cifuentes al frente de la fábrica. Este, a su vez, entró en sociedad con José Fernández López y se creó la firma “Cifuentes, Fernández y Compañía”. Ya en aquel momento, la fábrica contaba con unos 30 obreros y una producción diaria de 3 millones de tabacos.

En 1906 fue nombrado gerente el gallego Francisco Pego Pita, quien llevaba más de treinta años de servicios en la casa, y en 1914, Cifuentes compró las acciones de Fernández y se las vendió a Pego, el que se incorporó como socio a la empresa que pasó a llamarse “Cifuentes, Pego y Compañía”. La labor de Francisco Pego resultó ser un verdadero complemento para la activa gestión de Ramón Cifuentes, ya que a partir de entonces la fábrica llegó al mayor grado de prosperidad, incrementando notablemente sus producciones y ventas y logrando ser conceptuada como una entidad de la más alta respetabilidad en el giro del tabaco.

Ya a finales de la segunda década,  las galeras de Partagás eran célebres por sus condiciones de trabajo y la pericia de sus torcedores. En la escogida se destacaban sus 16 parejas de escogedores de cuyas manos salían tabacos encargados especialmente por elevadas personalidades europeas y americanas. Por su parte, la fábrica de cigarros contaba con las maquinarias más modernas, no obstante lo cual laboraban en ella unos 130 operarios de ambos sexos.

Mientras en Cuba la fábrica vendía anualmente 5 millones de tabacos y 360 millones de cigarros, las exportaciones alcanzaban niveles extraordinarios para la época. A los Estados Unidos se enviaban anualmente 6 millones de tabacos torcidos; a Inglaterra, un millón y medio; a España, Canarias, Gibraltar y Marruecos, un millón de tabacos y 400 mil cajetillas de cigarros; a Argentina, un millón de tabacos y 300 mil cajetillas; a Australia y Nueva Zelanda, 600 mil tabacos, y al Africa del Sur, Suecia, Noruega y Holanda, unos 100 mil, mientras que Francia, China, Japón y otros países suramericanos importaban 8 millones de tabacos.

Años después, en la década del 30, período marcado por las luchas laborales, la fábrica Partagás, que a lo largo de los años mantuvo siempre un constante progreso, sufrió los efectos de una huelga en el sector, a la que se unieron sus trabajadores, contra las rebajas de salarios que estaban efectuando en el país las empresas tabacaleras. La compañía optó por transferir sus mayores producciones y una parte de sus operarios a la sucursal de Bejucal, localidad en la que se pagaban habitualmente salarios más bajos, mientras en la fábrica habanera se redujo la elaboración al mínimo. El conflicto se solucionó de modo favorable en 1939 y la manufactura regresó a la capital con sus tradicionales producciones.

Ramón Cifuentes murió en 1938, pese a lo cual la empresa se mantuvo, bajo la dirección de Francisco Pego Pita, con el nombre de “Cifuentes, Pego y Compañía”. Dos años después falleció Pego y sus herederos abandonaron la empresa, la que quedó entonces en manos de los hijos de Cifuentes, que crearon una nueva firma con el nombre de “Cifuentes y Compañía”. Esta fue ya la razón social definitiva hasta la intervención y nacionalización de la fábrica, que se produjo al amparo de la Ley número 914 de fecha 31 de diciembre de 1960.

Es de señalar que durante esas ultimas décadas republicanas, después de la muerte de Jaime Partagás, la exclusiva producción de esta fábrica se mantuvo inalterable en cuanto a su calidad, como expresión de respeto de los nuevos propietarios hacia el renombre universal que con tanto sacrificio había adquirido la marca “Flor de Tabacos Partagás y Compañía”.


Detalles sobre la muestra:

Sobre los diferentes procesos por los que pasaba la hoja de tabaco desde su llegada a la fábrica hasta su salida como parte de inigualables habanos tratan las postales que componen esta muestra. Veremos en ellas las llamadas “galeras” donde laboraban cientos de torcedores así como varios de los departamentos más importantes de la fábrica a finales de la segunda década del siglo pasado.

Deseando que disfrute tanto de las imágenes como de las reseñas dedicadas a cada postal en particular, le invitamos a visitar la galería adjunta.