"ISLA DE CUBA PINTORESCA"
Titulo - Isla de Cuba Pintoresca
Autor – José M. de Andueza
Genero – Costumbres
Impreso en - Madrid
Fecha - 1841
Dimensiones - 7 por 10 ¼ pulgadas
Cantidad de páginas - 182
Cantidad de tomos – 1
Publicado por - Boix, Impresor y Librero, Calle de Carretas Num. 8
Litografiado por – R. Weis
Taller – Litografía de Aragón
Cantidad de láminas - 12
Isla de Cuba Pintoresca, Histórica, Política, Literaria, Mercantil e Industrial.... Recuerdos, apuntes e impresiones de dos épocas...Edición Ilustrada... por D. J. M. de Andueza, Madrid, 1841.
Uno de los libros ilustrados del siglo XIX más abundantes en las bibliotecas cubanas. Publicado en España, gozó de una impresión de calidad y una amplia tirada.
Se basa en las descripciones de diferentes sitios y asuntos de Cuba, hechas por un joven que se supone viajó a la Habana por los años 1825 y 1836, ocasiones en que escribió sus memorias las cuales sirvieron de base para la confección de la obra. Esta a la larga remeda uno de los manuales o guías para extranjeros que por la época eran usuales en el mundo editorial hispano al describirnos a través de los ojos del viajeros diferentes sitios y características del país visitado.
La ubicación de las láminas que lo componen se presta a confusión al no incluir la obra un índice con el listado de estas y aparecer indistintamente encuadernadas en los ejemplares que hemos podido consultar, sin relación a veces con las materias o los capítulos que las contienen. Todas, con excepción de la de “El Templete”, fueron copiadas de trabajos anteriores firmados por el artista francés Federico Mialhe, aparecidos en la revista ilustrada “El Plantel” y en su primer álbum sobre Cuba titulado “La Isla de Cuba Pintoresca”.
En realidad resulta este un libro con pocos aciertos, a pesar de haber sido el señor Andueza autor de varios títulos, entre ellos una detallada Historia de Cuba. Abarca temas muy diferentes de forma desorganizada y generalmente superficial. Sin embargo la magnitud de su tirada, la calidad del papel y del sistema de impresión usado, lo convierten en una obra digna de consulta, presente en la mayoría de las colecciones sobre Cuba, donde por lo general se encuentra en un buen estado de conservación.
En cuanto a su parte gráfica el único mérito que tiene es el de haber sabido escoger las láminas que reprodujo, copiando vistas muy hermosas y significativas.
Para darnos una imagen de los antecedentes y contenido de esta obra resulta de interés la “Introducción” que hace el autor y que a continuación transcribimos literalmente:
El día 28 de noviembre de 1825, dio fondo en la bahía de la Habana el bergantín mercante Laurel, de Londres, capitán M. James Watson, squater, oficial de la marina de guerra británica.
A bordo de este buque, juguete de una de las más recias tempestades que han conmovido las tranquilas aguas, sobre cuya superficie levanta su erguida frente la reina de las Antillas, la risueña y siempre verde Cuba, se encontraba un joven, que ocho días antes se había resignado a morir, cuando el Laurel doblaba el cabo de San Antonio entre dos montañas de espuma, y que volvía a mecerse en una vida ilusoria, en una esperanza incierta, con la indiferencia fría del desgraciado: entraba en el nuevo mundo, y su imaginación se entristecía, porque no había dejado en el antiguo unos ojos que llorasen su expatriación.
Este joven tenía entonces diez y nueve años; edad poética, sombra deliciosa de la vida, bienaventuranza del hombre, época dulce en que los sinsabores se convierten en placeres, en que la palabra felicidad no es una quimera, en que el alma está virgen, y no amarga al corazón la hiel de las adversidades.
El joven contempló cinco años las deliciosas campiñas de la fértil Cuba, vertió sentidas lágrimas al oír rechinar el manatí sobre las espaldas del lustroso africano, tuvo el que entonces pudiera llamarse arrojo de trepar al país montañoso, salvage y pintoresco que se descubre desde Cayajabos y termina en Bahía-Honda, recorrió la tierra llana de la Vuelta-Abajo, eterna por su tabaco y por sus aromáticos cafetos, visitó el Tigre y el Templado, famosos manantiales de las hidro-sulfúreas aguas de San Diego, se detuvo bajo el techo hospitalario del feliz Montero, y comió de su yuca y su tasajo.
El joven volvió a la Habana, opulenta capital de la primitiva Juana, hoy Cuba, y en ella le esperaban goces desconocidos. La Alameda de Paula, ahora desierta, entre dos murallas de mar y de quitrines, el oscuro sepulcro de Colón, la inauguración del Templete, una retreta entre jardines, el Cementerio, obra de Someruelos y del virtuoso Espada….
También amenazó su pecho el puñal del asesino: pero ¿quién ama la vida con egoísmo a los diez y nueve años? Las hijas del trópico le hicieron olvidar sus amarguras. El joven se embarcó para restituirse a su patria en el invierno de 1830: contaba veinte y cuatro años, y escribió sus memorias.
En 1836 no era el joven de diez y nueve años el que por segunda vez ponía el pie en el abrasado muelle de la Habana: era el hombre de treinta. Afligíanle ya los deliciosos recuerdos de otra época, también para él desgraciada, aunque florida, y al visitar de nuevo muchos de los lugares que habían dejado en su corazón impresiones profundas, sentía no haber muerto antes. Meditaba el hombre los extravíos del joven.
Esta vez fue inverso su examen. La Isla de Cuba tiene una historia escondida, misteriosa; tiene sus tradiciones populares que nadie ha dado a luz: indolencia forzosa de sus hijos, ignorancia evangélica de los sucesores de Diego Velázquez. El primer cuidado del triste viajero ha sido recoger y guardar, como un tesoro, apuntes importantes para esa historia, que está reclamando imperiosamente el rápido incremento de la civilización cubana.
La Isla de Cuba tiene un gobierno. El viajero ha confiado a su cartera reflexiones detenidas sobre aquel gobierno, sin olvidarse de que es español, y de que es hombre libre.
La Isla de Cuba tiene monumentos históricos, tiene academias científicas, tiene industria fabril, tiene su literatura peculiar y otra imitativa, la nuestra. El viajero ha hecho sus observaciones, las ha comparado, y al estudiarlas ha sometido a examen documentos interesantes, tanto antiguos como modernos, facilitados por personas de reconocido saber, que le han abierto archivos preciosos.
Estos documentos y aquellas memorias han servido al autor para escribir este libro.
Detalles sobre la muestra:
En las páginas particulares de las diferentes imágenes incluidas en nuestra galería, que a continuación relacionamos, incluiremos referencias sobre su procedencia, aclarando en que publicación aparecían los originales de donde fueron copiadas.
Listado de imágenes incluidas:
00 – Portada de presentación de la obra
01 – Vista de Guanajay
02 – Vista del Convento de Santo Domingo de la Habana
03 – Muelle de San Francisco Habana
04 – Vista del Teatro de Tacón de la Habana
05 – Vista del Templete
06 – Entrada del Paseo Militar (Habana)
07 – Iglesia y Convento de Belén. (Habana)
08 – Los Portales a 5 leguas de los Baños de San Diego
09 – Caída del Husillo. (Cerca de la Habana)
10 – Vista del Quinta del Eximo Sr. Conde de Fernandina (Cerro)
11 – Vista de la Entrada de Matanzas por la parte de Pueblo Nuevo
12 – Río de Puentes Grandes