"VIEJAS POSTALES RELATIVAS AL RIO Y EL CEMENTERIO HABANEROS"

Texto
Galería Imagenes

 

Casi todas las ciudades tienen su rio y su cementerio. Del rio proviene el agua tan necesaria para la vida y el cementerio se encarga de recibirnos cuando esta se acaba. No se queda atrás la ciudad de la Habana que escogió para su emplazamiento un rio caudaloso y extenso que la divide y embellece en su recorrido hacia el mar proporcionándole ventajas de todo tipo. La gran belleza natural de las riberas donde se conjugan las masas aguas con la obra del hombre, el acueducto que alimenta gran parte de la ciudad actual, los puentes que aunque trabajosos devienen en ejemplo del ingenio humano, su hermosa desembocadura, etc., son factores que nos hacen agradecer su majestuosa presencia. Por su parte el cementerio, considerado uno de los más bellos de América, concebido y ejecutado con el máximo rigor a finales del XIX,  resulta algo así como una ciudad pequeña con sus calles, sus suntuosas criptas y sus monumentos, esperando por los que vienen a descansar para siempre desde la ciudad grande.
Aunque en realidad no es extensa la colección de tarjetas postales que hemos podido reunir sobre este tema no hemos querido dejar de mostrarlas por lo interesante que resultan.
Veamos a continuación una pequeña reseña sobre la historia de ambos.

El rio Almendares
Según afirman muchos historiadores, la villa de San Cristóbal de La Habana fue la última de las siete villas fundadas por el conquistador Diego Velázquez de Cuéllar, quedando establecida en 1515 en un lugar de la costa sur del occidente de la Isla, junto a la desembocadura de un río que no se ha determinado, pero pudiera tratarse del Onicajinal o el Mayabeque. Pronto se comprobó que aquel lugar era inadecuado y malsano por la existencia de plagas de hormigas y mosquitos, entre otras causas, que hacían imposible la vida de sus habitantes, en vista de lo cual se trasladó la villa a la desembocadura del río Casiguaguas, nombre aborigen del actual Almendares. De este lugar, subiendo por el río, pasó la villa a un sitio conocido como “la Chorrera”, en la zona de los actuales Puentes Grandes, y de allí a su enclave definitivo en una pequeña península junto a la entrada del puerto de Carenas, como se llamaba entonces la actual bahía de La Habana.

Asentada finalmente la población en aquel lugar, el río Almendares constituyó la principal fuente de abastecimiento de agua potable de la villa, de donde se surtían sus moradores para cubrir todas sus necesidades. Luego, a medida que la futura capital de la Isla fue creciendo, a lo largo de los siglos, se fue extendiendo hacia el oeste, hasta llegar de nuevo a las márgenes del río Almendares, para después, edificado ya todo el perímetro de La Habana propiamente dicha, cruzar la vía fluvial y unirse con el vecino término de Marianao.

Los puentes
La primera comunicación se logró en el siglo XVIII, mediante la construcción de los dos puentes que permiten franquear el río, uno por la Calzada de Puentes Grandes y el otro por la calle 44; el primero de ellos, el más antiguo, fue precisamente el que dio nombre al pequeño poblado allí existente, contiguo al barrio marianense de La Ceiba. Los primitivos puentes, muy frágiles, fueron destruidos por un temporal, reconstruidos por disposición del capitán general Marqués de la Torre, de nuevo deshechos en 1791, y definitivamente reedificados por el benemérito gobernador don Luis de las Casas.
Ya en la era republicana, la Havana Electric Railway Company construyó dos puentes, de tipo muy primitivo, para el cruce de sus líneas de tranvías, uno por la calle 9 (Línea) y el otro por la calle 11, ambas del Vedado. Mucho después, al fomentarse el lujoso reparto Miramar, el acaudalado hombre de negocios José Gómez Mena fabricó uno por la calle 7 (Calzada), de armazón de hierro y de verdadera belleza y elegancia, al que se le dio el nombre de Puente Miramar, aunque fue popularmente conocido por Puente de Pote, por ser “Pote” el apodo de su constructor. Todos estos puentes se abrían por el centro para dar paso a embarcaciones que surcaban el río. Al construirse los dos túneles por debajo del Almendares, en 1953 y 1958, fueron demolidos el hermoso Puente Miramar y el de polines de la calle 9; hoy solo queda el otro tipo primitivo, de la calle 11, que ha sido recientemente restaurado y convertido en puente giratorio.
Por otro lado, la comunicación cada vez más intensa entre La Habana y Marianao hizo imperiosa la construcción de un sólido puente viaducto de mampostería, para sustituir a uno de barcas que de antiguo existía sobre el río Almendares, el que fue edificado por el Gobierno Provincial, siendo gobernador el general de Ejército Libertador Ernesto Asbert, en el año 1909. Une la calle 23 del Vedado con la Avenida de los Aliados, hoy Avenida 47 de Marianao, en el reparto Kohly; se conserva en perfecto estado, habiendo sido ampliado en la década del 40, y siempre ha sido conocido por Puente Almendares.

Los acueductos
Como ya hemos dicho, el río Almendares fue la principal corriente de la que se surtía de agua potable la población habanera, y de donde, en fecha tan temprana como 1550, el gobernador Gonzalo Pérez de Angulo se preocupaba pensando en lo conveniente y provechoso que sería para los vecinos de la villa “que se trugese a esta villa el agua de La Chorrera”, o sea, del actual Almendares. Así fue que en 1566 se comenzó la construcción de la que sería la Zanja Real, el primer acueducto creado por los españoles en sus colonias del Nuevo Mundo, iniciada por el maestro mayor Francisco Calona y terminada por el ingeniero Juan Bautista Antonelli en 1592, que partiendo de una represa levantada en La Chorrera, iba a desaguar en un boquerón abierto en un muro en la que es hoy la Plaza de la Catedral. Aquel desaguadero fue llamado con posterioridad el “Callejón del Chorro”, y allí se conserva hoy una original lápida conmemorativa.
Durante 243 años, desde 1592 hasta 1835, fue este el único acueducto que tuvo la ciudad de La Habana, a pesar de que el agua se afectaba con las crecidas del río Almendares y los aportes de numerosos arroyos cenagosos, inconveniente que unidos al desarrollo de la población llevaron al capitán general Dionisio Vives a impulsar la construcción de un nuevo acueducto, que comenzado en 1831 se concluyó en 1835, bajo la dirección del ingeniero y urbanista Manuel Pastor, auxiliado por el también ingeniero Nicolás Campos. Este acueducto, que se llamó Acueducto de Fernando VII, tomaba el agua del Almendares cerca de una represa construida en el Husillo, y por un canal descubierto la llevaba a una casa de filtros de tela metálica, grava y arena, de la que salía por una tubería de 7500 metros de extensión hasta la llamada Puerta de Tierra (una de las puertas de la antigua muralla), donde se ramificaba para surtir a la ciudad intramuros, que contaba ya con una población de 100,000 habitantes.
Pero aun así, la población habanera continuó sufriendo los resultados de la insuficiencia y defectos del abastecimiento de agua. Fue entonces, en 1856, que el habanero coronel de ingenieros Francisco de Albear y Lara se propuso dar solución a tal problema mediante la construcción de un nuevo acueducto que tomase el agua de los manantiales de Vento, en la margen izquierda del río Almendares. Su proyecto fue aprobado por Real Orden de 5 de octubre de 1858 y las obras comenzaron el 28 de noviembre del mismo año, sufriendo muchas demoras, unas veces por dificultades técnicas y otras por falta de fondos, hasta terminarse en 1893, aunque su constructor no pudo verla concluir, pues falleció en 1887, finalizando las obras el ingeniero Joaquín Ruiz, que siguió en todo los planos originales de su autor.
Albear escogió para los depósitos de agua un terreno junto a la Calzada de Palatino, y captó los llamados manantiales de Vento, que se habían hecho famosos por sus magníficas cualidades salutíferas que curaron de sus dolencias, en el siglo XVI, al obispo habanero Armendáriz, de quien proviene el nombre que se le dio al río. Su extraordinaria obra, que con justicia lleva su nombre: Acueducto de Albear, quedó formada por una gran presa y estanque en Vento, llamada Taza de Albear; el depósito de agua en Palatino; dos largos canales y un túnel bajo el río; 150 kilómetros de tuberías de hierro fundido, y otros elementos, además de 24 torres de registro con rejas en sus cúpulas para la circulación del aire dentro del conducto. Por estos detalles, Albear comparaba su acueducto con un segundo río, en el que las aguas podían correr por más de 10,000 metros en un cauce limpio, ventilado y libre de todo género de impurezas. A pesar de su prematuro fallecimiento, Albear dejó su obra   completamente acabada en todos sus detalles técnicos, estéticos y de saneamiento y protección, tal como aun se puede apreciar en la actualidad.

El Cementerio de Colón
Desde 1854 el gobernador Marqués de la Pezuela proyectaba la construcción de una nueva necrópolis para sustituir al antiguo Cementerio Espada, que había sido creado por el obispo Juan José Díaz de Espada y Landa entre 1804 y 1806, pero ya resultaba insuficiente debido al incremento de la población. Sin embargo, no pudo el marqués llevar a cabo su plausible idea. Poco después, en 1858, el Ayuntamiento, a iniciativa de los concejales José Bruzón y José Silverio Jorrín, nombró una comisión para elegir terreno adecuado a la realización de aquel propósito, escogiendo al efecto un cuadrado de 1000 varas de lado en la falda oeste del Castillo del Príncipe. Pero este acuerdo fue impugnado, primero por las autoridades militares, con el pretexto de que un cementerio emplazado en este sitio impediría la vigilancia en dicha zona de la ciudad, y después por el obispo Francisco Creix y Solanos, alegando que no era el Ayuntamiento sino el Obispado quien tenía el derecho de construir el cementerio, disponiendo además de los fondos necesarios para la obra. El Consejo Superior de Administración y el gobierno de Madrid, teniendo en cuenta el carácter religioso católico de los “camposantos”, dieron la razón al obispo, autorizándolo para construir el cementerio, por Real Decreto de 28 de julio de 1866, siempre que se pusiese de acuerdo con las autoridades civiles para la selección del lugar y particularidades sanitarias. Aunque el Cabildo había ratificado en 1863 el terreno primeramente elegido, este no fue aceptado, y una nueva comisión escogió un rectángulo de cuatro caballerías seccionado de un grupo de fincas situadas al final del Vedado.
Pero no fue hasta 1867, y por iniciativa del doctor Ambrosio González del Valle, que se puso en ejecución el debatido proyecto, nombrando en 1870 la Junta de Cementerios otra comisión encargada de redactar las bases para un concurso público tendiente a la construcción del que se denominaría Cementerio de Cristóbal Colón. De los proyectos presentados fue elegido el del arquitecto Calixto de Loira. La primera piedra se colocó el 30 de octubre de 1871, comenzando las obras un mes más tarde, y al propio arquitecto constructor cupo la triste suerte de que su cadáver fuese el primero allí enterrado, el 29 de septiembre de 1872, inaugurando así la llamada Galería de Tobías, que es una larga cripta con varias hileras de nichos superpuestas a ambos lados, a la que da acceso una pequeña capilla lateral, y que desde hace largos años fue clausurada.
El Cementerio de Colón está considerado, por su amplitud y por los numerosos monumentos dé alto valor artístico que en él existen, como uno de los más notables de América. La gran portada principal, de tres puertas y de estilo románico, fue ejecutada según los planos de Loira, y modificada con posterioridad por el arquitecto Eugenio Rayneri; la remata un bello grupo escultórico en mármol de Carrara, que representa las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad, original del artista cubano José Vilalta de Saavedra. La capilla principal, de forma octagonal y de tres cuerpos concéntricos, con hermosa cúpula, se halla decorada con pinturas del insigne artista Miguel Melero.
Con su estructura rectangular compuesta por una red de calles, manzanas y lotes, el cementerio es una verdadera necrópolis, remedo a escala reducida de la ciudad de los vivos. Esta concepción especial permitió la aparición, poco tiempo después de empezar sus enterramientos, de lujosos panteones que expresaban la ilusión de trascender a la muerte, en una versión condensada en piedra de la sociedad de su época donde se agrupan, formalmente diferenciados, lo grandioso y lo mezquino, el lujo y la pobreza, el buen gusto y lo banal, lo popular y lo cosmopolita, el drama y hasta un insólito humor negro que aparece en la losa tallada con un doble tres, a la memoria de una anciana emotiva que murió con esa ficha de dominó en la mano, perdiendo a la vez el juego y la vida.
Entre los monumentos funerarios importantes que posee el Cementerio de Colón, los dos más notables de la época colonial son: el de los estudiantes de medicina fusilados el 27 de noviembre de 1871, obra del cubano Vilalta de Saavedra, y el de los bomberos y paisanos víctimas del incendio de la ferretería Isasi, en la calle de Mercaderes, el 17 de mayo de 1890, debido al arquitecto Julio M. Zapata y al escultor Agustín Querol, ambos españoles. Y de la época republicana: el panteón general de los Veteranos de la Independencia, erigido en 1946, obra de los arquitectos Enrique Luis Varela y Diego Guevara, que luce cuatro bellísimos bajorrelieves del escultor Juan José Sicre, representando las muertes gloriosas de Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramonte, José Martí y Antonio Maceo.
Aquí reposan también intelectuales relevantes de pasadas épocas, como José de la Luz Caballero, Antonio Bachiller y Morales y Rafael María de Mendive, junto a generales heroicos de nuestras guerras libertarias, como Máximo Gómez Báez, Carlos Roloff Malofski y José Lacret Morlot; el ilustrado obispo Juan José Díaz de Espada y Landa y el célebre ingeniero Francisco de Albear y Lara; no lejos de la supuesta tumba de Cecilia Valdés, protagonista de la famosa novela costumbrista del siglo XIX escrita por Cirilo Villaverde.

Prefijos usados para conformar la galería de imágenes de esta página:

A – El río Almendares

B – Sus puentes

C –  Sus fábricas

D – El Acueducto de Vento

E –  Otros ríos

G – El Cementerio de Colón: La portada

H – El Monumento de los Bomberos

J –  El Monumento de los Estudiantes

K – Otros panteones

L –  Vistas interiores

Listado de imágenes que contiene la galería de esta página:

No. -- Descripción -- Emisión

A-01 -- Río Almendares -- Indeterminada

A-02  -- Represa de la Fábrica de Papel – Puentes Grandes -- Handl

A-03  -- Habana – Río Almendares -- Camisería y Corbatería “El Sport”, San Fernando 107

A-04  -- Habana – Río Almendares -- Indeterminada

A-05  -- Habana – Río Almendares -- Indeterminada

A-11  -- Habana – Desembocadura del Almendares -- Published by C. Jordi, Habana, Cuba, Box 2334 – No. 91

A-12  -- Desembarcadero del Río Almendares – La Habana, Cuba -- Roberts Tobacco Co., Neptuno No. 167,– No. 1932

A-13  -- Habana. Residencia del Dr. Céspedes -- Published by C. Jordi, Box 2334, Havana, Cuba – Nos. 66 y 123543

A-14  -- Vista aérea del Río Almendares -- Published by Roberts Tobacco Co., Neptuno No. 167, Havana– No. RTC-23

B-01  -- Puente sobre el Almendares -- Indeterminada

B-05  -- Habana – Puente de Pote sobre el Almendares -- Edición Jordi – Nos. 84 y 99781

B-06  -- Habana – Puente de Pote sobre el Almendares -- Edición Jordi – No. 100

B-07  -- (Imagen de la entrada al Puente de Pote) -- Indeterminada

B-08  -- Habana – Puente del Almendares y Reparto Miramar -- C. Jordi, Havana, Cuba, Box 2334 – Nos. 78 y R-89756

B-12  -- Habana. Puente Almendares y Reparto Alturas -- C. Jordi, Box 2334, Havana, Cuba – No. 122977

B-13  -- Habana. Puente Almendares y Reparto Alturas -- C. Jordi, Box 2334, Havana, Cuba – Nos. 53 y 123530

B-14  -- Para la tos, Elixir Creosotado Sarrá – Río Almendares – Habana -- Indeterminada

C-01 -- Jardines de la Tropical “Río Almendares” -- Indeterminada

C-02 -- Jardines de la Tropical “Represa y Paisaje” -- Indeterminada

C-10  -- Gran Fábrica de Cemento Pórtland “El Almendares” (panorámica) -- Imp. “La Universal”, Obispo 34

C-10a  -- Gran Fábrica de Cemento Pórtland “El Almendares” (postal 1) -- Imp. “La Universal”, Obispo 34

C-10b  -- Gran Fábrica de Cemento Pórtland “El Almendares” (postal 2) -- Imp. “La Universal”, Obispo 34

C-10c  -- Gran Fábrica de Cemento Pórtland “El Almendares” (postal 3) -- Imp. “La Universal”, Obispo 34

D-01  -- Manantiales de Vento -- The Rotograph Co., N. Y. City. (Germany) – No. G12087

D-02  -- Taza Principal, Manantiales de Vento. Habana, Cuba -- Published by Harris Bros. Co., Havana, Cuba – No. 4018

D-06  -- Tanques de Palatino -- Wilson’s Obispo 52, Habana – No. 167

D-11  -- (Imagen de “la nueva zanja por donde circulará el agua en la nueva barriada del Cerro”) -- Indeterminada

E-01  -- Puente de La Lisa - Marianao -- Handl – No. 25

E-05  -- Puente de Luyanó -- Librería Panorama Nacional, Manzana Gómez – Habana

G-01 -- Entrada del Cementerio - Habana -- Wilson’s Obispo 41 y 48, Habana – No. 27

G-02 -- Portada Cementerio -- Indeterminada – No. 44

G-03 -- Habana – Portada del Cementerio -- La Moderna Poesía, Obispo 133-135 – No. 33

G-04 -- (Imagen de la Portada del Cementerio)  -- Indeterminada

G-05 -- Portada del Cementerio de Colón, Habana -- The Rotograph Co., N.Y.City (Germany) – No. G12020

G-06 -- Habana. Portada del Cementerio de Colón -- The Rotograph Co., N.Y.City (Germany) – No. G12020

G-07 -- Entrada al Cementerio de Colón – Habana - Cuba -- American Photo Studios, Havana, Cuba

G-08 -- Habana. Portada del Cementerio -- Indeterminada

 G-09 -- Habana: Portada del Cementerio -- Edición Jordi – Nos. 332 y R69513

G-10 -- Entrada del Cementerio -- Indeterminada

G-11 -- Cementerio Colón Habana -- Indeterminada – No. 186

G-12 -- Entrada del Cementerio de Colón – Habana, Cuba -- Pub. by Roberts & Co., Havana, Cuba – No. 15549

H-01 -- Monumento a los Bomberos -- The Diamond News Co., Havana, Cuba

H-02 -- Monumento de los Bomberos. Habana -- Wilson’s Obispo 41 y 43, Habana – No. 56

H-03 -- Monumento a los Bomberos -- Indeterminada

H-04 -- Habana. Monumento a los Bomberos -- Indeterminada

H-05 -- Habana. Panteón de los Bomberos -- C. Jordi, Box 2334, Havana, Cuba – No. 88

H-06 -- Habana. Panteón de los Bomberos -- Edición Jordi – No. 41

H-07 -- Habana. Panteón de los Bomberos -- Edición Jordi – No. 17

 H-08 -- Monumento de los Bomberos -- Publicado por M. Ruiz y Ca., Obispo 18, Habana

 H-09 -- Monumento a los heroicos bomberos de La Habana -- Published by Roberts & Co., Havana, Cuba

J-01 -- Monumento de los Estudiantes. Habana -- Wilson’s Obispo 41 y 43, Habana – No. 108

J-02 -- Monumento de los Estudiantes. Recuerdo de Habana -- Indeterminada

J-03 -- Monumento de los Estudiantes. Habana, Cuba -- The Diamond News Co., Havana, Cuba – No. 1013

J-04 -- Habana. Panteón de los Estudiantes -- Torrea y Costa. Campanario No. 123. Habana

J-05 -- Monumento de los Estudiantes. Cementerio de Colón. Habana,Cuba -- American Photo Studios, Havana, Cuba

J-06 -- Monumento de los Estudiantes, Habana, Cuba -- “Swan, Havana” – No. 73

K-01- -- Mausoleo de los Veteranos de la Independencia –J. Pennino – Mármoles –-- Indeterminada – No. 066041

L-01 -- Habana – Vista General del Cementerio -- Wilson’s Obispo 41 y 43, Habana – No. 93

L-02 -- Cementerio de Colón -- Angel Mental, Obispo 90, Habana

L-03 -- Cementerio de Colón – Sepultura de los Marineros del Maine -- Angel Mental, Obispo 90, Habana

 L-04 -- Habana – Cementerio Colón -- La Moderna Poesía, Obispo 133-135 – No. 34

 L-05 -- Habana – Interior del Cementerio de Colón -- Indeterminada – No. 3299

L-06 -- Habana – Cementerio de Colón -- J. Charavay, Obispo 131

L-07 -- Habana: Interior del Cementerio -- C. Jordi, Obispo 526, Havana, Cuba – Nos. 95 y OB-H1129

L-20 -- Pila de Huesos, Cementerio Cubano -- Published by Harris Bros. Co., Havana, Cuba – No. 2015

 L-21 -- Habana – Campo de Huesos -- Edición Jordi – No. 145